El estilo educativo marista da identidad a nuestra educación y nos caracteriza en los cinco continentes. Los rasgos que nos definen son la sencillez, el espíritu de familia, el amor al trabajo, la pedagogía de la presencia y el cariño de la Buena Madre.
Esta forma de educar está presente desde nuestros orígenes, y pretendemos que los valores que desarrollan orienten nuestra vida diaria favoreciendo un modo característico de ser ciudadanos y de ser cristianos.
El ambiente educativo de nuestro Colegio está impregnado de transparencia y sinceridad, dando prioridad a las relaciones fáciles y cercanas. Por tanto, nos alejamos de la duplicidad y de aparentar algo diferente de lo que se lleva en el corazón.
Pedagogía marista apuesta por la sencillez, que es esa cualidad que va directamente a lo esencial, dando frutos de equilibrio y fecundidad en la convivencia. La sencillez nos proporciona relaciones auténticas y cercanas alcanzando, de este modo, empatizar con nuestros alumnos y crear un ambiente educativo de simpatía natural, respeto y cariño hacia el otro.
En nuestro Colegio priorizamos las relaciones de confianza, respeto y cercanía como condiciones necesarias para educar a los alumnos. De ahí que hablemos de formar una familia entre todos los miembros que la componen.
Este ambiente familiar propicia la confianza en el niño más allá de lo que haga, evitando una disciplina impersonal o severa, y desarrollando un equilibrio sano en la relación educando-educador.
Nuestro Centro está caracterizado también por el amor al trabajo, lo que implica el ingrediente de la ilusión por la docencia del profesor y el entusiasmo en el alumno por aprender. Esta característica contribuye a realizar nuestro trabajo escolar con profesionalidad y entrega.
Marcelino y nuestros primeros hermanos educaron a sus alumnos en el valor del esfuerzo y una vida laboriosa y sencilla. Nosotros continuamos esta labor educativa de superación personal a través del trabajo bien hecho.
EL profesor marista educa con su testimonio, con sus acciones y con su presencia mucho más que con sus lecciones. El educador, al compartir su tiempo con sus alumnos, también fuera del aula, propicia un ambiente de respeto, trabajo y de confianza.
Nuestros educadores saben estar en el momento y lugar oportunos para evitar un peligro, proteger al débil, retener al violento o ayudar a quien lo necesita. La presencia continua del profesor entre los alumnos no es coercitiva, sino todo lo contrario: produce distensión y seguridad, facilitando la convivencia y el ambiente de trabajo.
Nuestro Colegio se caracteriza por el cariño a la Virgen María, y tenemos con Ella las mismas disposiciones de las del niño que confía y se duerme en los brazos de su madre. Ella ocupa el puesto de Buena Madre en el ambiente de familia que formamos. De este modo se convierte en nuestra fuente de unión.
La Buena Madre es nuestro modelo como educadora de Jesús, por eso inspira nuestro estilo educativo y nuestra manera de estar con los alumnos. Además, igual que María fue portadora de Jesús llevándolo a la Humanidad entera, también nosotros lo somos, pues nuestra misión consiste en llevar a Jesús a nuestra sociedad actual.
Marcelino Champagnat